"Esta noche tomaremos una copiosa cena, beberemos los más caros brebajes y gastaremos todo el dinero que tenemos para así procurarnos todo el lujo y divertimento que merecemos. Total, mañana seremos pobres..."

jueves, 11 de mayo de 2017

The Coldest Flame


The Coldest Flame 
-Doctor Who Short Story-

The Doctor landed his time machine in what he promised it was The Frozen Moon of Psalmanazar. Clara had wanted to go there from the moment the Doctor described it to her for the first time: it was an enormous planet all frozen in an eternal winter. The woods were covered with crystal trees naturally built with ice. The lakes, rivers and oceans were like if they have been created out of the finest of the glasses and the hue of the landscape was even whiter than the arctic itself.
            But when the doors of the Tardis were opened by the Doctor they found a scene quite different from what they expected: they were in a volcanic place, much hotter than the frozen marvel described by the Doctor. If the landscape of Psalmanazar could be described as the coldest in the whole universe, the one they were beholding should be the hottest among all.


            -Doctor, -said Clara in a disappointed tone. –I thought you said ice
            -Yes, yes! You know… If the Tardis decides to go to another place, we go to another place: that’s a universal truth, I’m afraid… Someone must be in need of our help…
            -But, Doctor, there is zero conditions for life to develop out there! Who is going to live here?
            From the shades and the ashes which remained when the smoke had partially vanished, a creature emerged. It was slimmer than the slimmest of the human beings, taller than the tallest of the giraffes and its face was eclipsed behind the darkest eyes the Doctor had ever seen. The fearful symmetry of its face provoked in Clara an intense fear.
            -Doctor, what do we do? –Asked Clara very afraid.
            -First condition: If you threaten us, I will defeat you! –Shout the Doctor to the creature. –Second condition: If I were you, I would tell my intentions as soon as possible! And third condition..!
            -If I had wanted to hurt you, I would not have let you see me come… -interrupted the creature. - I need your help… a big disaster had occurred…



What you have just read is an activity designed for my students of 1º Bachillerato in order to introduce them to the conditionals, comparatives and superlatives. The activity has been extracted from a didactic unit I fully designed for the Máster en Formación de Profesorado de Secundaria of the University of Alicante.

jueves, 20 de abril de 2017

UN TENSO ENFRENTAMIENTO


El odio que se profesaban era más que patente.
Aquel día se cruzaron, como era habitual, uno frente al otro, en un cruce, por no perder la costumbre, bajo una lumbre que cruza la calle de punta a punta. Sus rostros se maceraban en contenidos arrebatos de ira, el rechinar de sus dientes desgastaba sus premolares cual si de equinas dentaduras gaélicas se trataran.
No había un motivo en particular para el desprecio que recíprocamente se dedicaban, simplemente se odiaban. Pero lo cierto es que  Mr. Lipinegg era el verdadero despojo humano de entre los contemplativos contendientes, pues era por todos sabido que era ave de mala calaña, negra oveja de blanco rebaño, nutria gorda de flaca proveniencia.
Mr. Lipinegg era de esos fantoches mal avenidos que gustaba de hacer ver que era lo contrario: fantasmada tras fantasmada trataba de sostener una fachada que sólo él se creía. Y fingía que creía que los demás creían lo que él creía que los demás creían que él creía que creía. Creo.
Más no obstante, en un instante, se ganó la antipatía de la inmensa mayoría de todo el que allí vivía. Y se lo merecía. Pero de entre todo el que algún día odio le profesó, no había otro que más le profesara que el respetado Conde Cockintongue.
Y es por eso que aquel día, supo que todo llegaba a su fin, que de allí no pasaba, que aquel cenutrio de aquella se acordaba. Es por tanto que el Conde se sintió en la responsabilidad de que el acto fuera memorable, de que supusiese un ultraje tal que ofendiera a Mr. Lipinegg a semejante nivel que aquel no se atreviese a alzar de nuevo la vista hacia los ojos de su archienemigo el Conde nunca más.
En busca de las palabras precisas para desacreditar a aquel patán desagradable, Dick Cockintongue exprimió su cultivado seso rastreando una cita literaria,  un referente, las palabras de un sabio, o quizás un proverbio que sirviese para desacreditar al infame haragán de una vez por todas.
Pero el tiempo se agotaba, el batracio se apropaba y los segundos se escapaban imponiendo el fin de la barrunta y el paso a la acción del Conde Cockintongue. Tras los últimos instantes y cayendo en la cuenta de lo que no se había dado cuenta antes, a la altura del cenizo, se bajó los pantalones, quedó el otro sorprendido, de orgullo henchido se rascó el Conde los cojones, apretó cual se aprieta a un ser querido, se abrieron paso entre sus nalgas dos mojones, el otro quedó cual mal herido, se cagó un tanto en los talones y terminó su empresa complacido.
Estupefacto, parpadeó tras ver un tracto el aborrecible Lipinegg. Aún con los pantalones bajados, de gran cantidad de mierda anegado –pantorrillas y talón manchados- aguardaba enfrente el respetable Conde Cockintongue, con el mismo semblante inmutable y serio que había mantenido durante toda la demostración de poseer un intelecto superior.

El otro, tan pronto pudo, pirose del lugar por la dirección de la que venía. Nunca más molestaría al Conde. Nunca más lo haría.


Experimento con Tar Heel Reader

Doctor Who: Ghosts of Steel



 Ghosts of Steel
by Jose M. Payá
Este es otro de mis experimentos. Descubrí Tar Heel Reader durante mi tiempo en el Máster de Profesorado y este es el resultado de mi primera interacción con la misma. Todas las imágenes pertenecen a la BBC y no poseo los derechos de ninguna de ellas. Esto es una creación sin ánimo de lucro llevada a cabo como homenaje a la magnífica serie Doctor Who.