"Esta noche tomaremos una copiosa cena, beberemos los más caros brebajes y gastaremos todo el dinero que tenemos para así procurarnos todo el lujo y divertimento que merecemos. Total, mañana seremos pobres..."

miércoles, 18 de mayo de 2016

The Teacher's Teacher

The Teacher's Teacher

The widest smile peeked my face, turning even more pronounced every time I thought about the adventure that awaited me: all space and time to roam, a thousand worlds to discover.

And in all my wanderings, always a common element, the main attraction: the Doctor. For one does not venture into an unfamiliar museum without a guide, the experience is always better with a "Cicerone" to shed light where the untrained eye finds only darkness.

-Clara, Clara ... -He said with a naughty smile as I entered the Tardis. He extended the pause to enjoy the anticipation. The anticipation to the rest of what, we both knew, he was going to say. What he always says and I like so much to hear. -Where are we going?

My smile could not be bigger. The Doctor took the Tardis' controls and touched, and pushed dozens of many-colored gadgets -I have always suspected that even he ignores what they do- and in an instant it was today and the next it was the unknown and remote tomorrow. We were years in the future in a strange destination.

-I think you'll like what you gonna see, Clara. You know...? I have brought you to space, we have been in a submarine of the Soviet Union, we saw the Rings Akhaten ... And yet I have never showed you how will your job be in the future.

The Doctor opened the door and a white and impressive light filled the room of the Tardis' main console.

-¡Welcome to Coal Hill, year 2063!

I was completely shocked when I saw my usual place of work a few decades in the future: it was the same building but different. I found it amazing how in so few years everything could progress so much: everything had changed but everything was the same. And among all the changes, I found something that had always been there: the main entrance with the same placard that had been there all of these years. When seeing that detail I felt at home despite being many years in the future: despite many changes occur, there must always be a respect for the essence so that the original value is not lost.

By accessing the interior we witnessed the most diverse wonders: in a class, students wore helmets, like virtual reality glasses. And they learned history as witnesses of the historic event. In another, the guys designed high-tech gadgets using a projection system showing the prototype in 3D and in real time, suspended in the air in front of its designers. We even saw how students of all ages had a kind of electronic folder with access to a global knowledge network. Through it, they could download packages of knowledge directly to a device worn around their heads. But above all, we always find in each class, whatever the subject was, leaving aside the amazing technological advantages, a recurring and very familiar element: a teacher.

-Thank you for bringing me here, Doctor. It has helped me to confirm something I've always suspected. -I said to the Doctor.- No matter how much time could pass, how many aeons elapsed and how much the technology improves: we will always need teachers to guide us through the unknown paths.

My eyes drowned with tears as the Doctor understood what I had you just said. He held the emotion and our eyes met, recognizing, each one in the other, his teacher of life. No need to say anything, we walked back to the Tardis, while our smiles widened to infinity.





The Teacher's Teacher (Español)


Una amplia sonrisa asomaba a mi semblante y se pronunciaba todavía más cada vez que recordaba la aventura que me esperaba: todo el espacio y el tiempo por recorrer, mil universos por descubrir.

Y en todas las andaduras siempre un elemento común, el aliciente principal: el Doctor. Y es que uno no se adentra en un museo que desconoce sin un guía, la experiencia es siempre mejor con un "Cicerone" que aporte luz donde la mirada inexperta solo halla oscuridad.

-Clara, Clara... -Dijo con una traviesa sonrisa mientras yo entraba a la Tardis. Alargó la pausa para disfrutar la anticipación al resto de lo que ambos sabíamos que iba a decir, lo que siempre dice y a mí me gusta tanto oír. 
-¿Dónde vamos?

Mi sonrisa ya no podía ser más grande. El Doctor tomó los mandos de la Tardis y tocó decenas de variopintos artilugios -siempre he sospechado que hasta él ignora qué es lo que hacen- y en un instante estábamos en la actualidad y al siguiente en un destino incógnito y remoto.

-Creo que te gustará lo que vas a ver, Clara. ¿Sabes...? Te he llevado al espacio, hemos estado en un submarino de la Unión Soviética, vimos los Anillos de Akhaten... Y sin embargo nunca te he enseñado cómo será tu oficio en el futuro.

El Doctor abrió la puerta y una blanca e imponente luz inundó la estancia de la consola principal de la Tardis.

-¡Bienvenida a Coal Hill, año 2063!

Quedé completamente pasmada al ver mi lugar habitual de trabajo unas décadas en el futuro: era el mismo edificio pero distinto. Me resultaba asombroso como en tan pocos años podía avanzar todo tanto: todo había cambiado pero todo estaba igual. Y entre todos los cambios encontré algo que siempre había estado allí: la entrada principal con el mismo cartel de siempre. Al ver ese detalle me sentí como en casa a pesar de estar muchos años en el futuro: por muchos cambios que se produzcan siempre debe haber un respeto por la esencia para que no se pierda el valor original.

Al acceder al interior fuimos testigos de las más diversas maravillas: en una clase, los alumnos llevaban cascos, parecidos a las gafas de realidad virtual. Y aprendían Historia como testigos presenciales del acontecimiento histórico. En otra, los chicos diseñaban artilugios de alta tecnología mediante un sistema de proyección que mostraba el prototipo en 3D y en tiempo real, suspendido en el aire frente a sus diseñadores. Incluso vimos cómo todos los estudiantes de todas las edades contaban con una especie de carpeta electrónica con acceso a una red de conocimiento global a través de la cual podían descargar paquetes de conocimiento directamente a un dispositivo que llevaban alrededor de su cabeza. Pero, ante todo, siempre encontramos en cada clase, fuera cual fuese la materia, dejando al margen los sorprendentes avances tecnológicos, un elemento recurrente y muy familiar: un profesor.

-Gracias por haberme traído aquí, Doctor. Me ha servido para confirmar algo que siempre he sospechado, -Dije al Doctor.- y es que pase el tiempo que pase, por mucho que transcurran los eones y mejore la tecnología, siempre necesitaremos maestros que nos guíen por los senderos desconocidos.

Mis ojos se anegaron de lágrimas mientras el Doctor comprendía lo que le acababa de decir. Contuvo la emoción y nuestras miradas se cruzaron reconociendo, cada uno en el otro, a su maestro de la vida. Sin necesidad de decir nada, caminamos de vuelta a la Tardis, mientras nuestras sonrisas se ampliaron hasta el infinito.