"Esta noche tomaremos una copiosa cena, beberemos los más caros brebajes y gastaremos todo el dinero que tenemos para así procurarnos todo el lujo y divertimento que merecemos. Total, mañana seremos pobres..."

viernes, 24 de abril de 2015

BORREGOS EN LA SALA

Bueno y ahora, en honor a mis compañeros de suplicio, narraré lo que nos aconteció el otro día entre las 19:15 y las 22:00 hs.
Sucede que decidimos ir a ver en pantalla grande esa inmensa maravilla que Kubrick tuvo a bien titular 2001: A Space Odissey. Tras la anterior experiencia con Blade Runner, el buen sabor de boca que nos dejó -debido a que, pese a estar la sala atestada, no hubo ni la más mínima molestia ni se oyó una mosca, por lo cual pudimos disfrutar como tontos de la peli (y eso que me entraron ganas de cagar a mitad)- nos llenó de ganas de repetir.
La cosa marchaba bien: esta vez la asistencia era bastante más discreta, lo cual suele ser de agradecer, y parecían todos gente respetable. Pero, cuando apagaron las luces, una horda de manatíes con dengue entró aullando por la puerta como cerdos mal matados. Quise pensar que, cuando empezase la peli, se callarían, pero no fue así. Los colegas entraban hablando por teléfono a voz en grito, tratando de hacerle un mapa al más retrasado de todos ellos para que pudiera despasar el pestillo del wc, salir de la taza, subirse los pantalones, y llegar a la sala. Este asunto se prolongó durante los primeros minutos de pantalla en negro con el sonido ambiente de la peli (lo cual, aclaro para los ignorantes a este respecto, es parte de la misma). El eminente idiota llegó al fin portando una cara entre Macario mal afeitao' y el Povedilla de Los hombres de Paco, tropezó con un escalón y, no sé si al ver esto o simplemente porque le picaba el culo, una de las morsas decidió bajar graznando para sentarse con Macario en las primeras filas. Todos respiramos aliviados al irse el que creíamos el promotor de todo el alboroto; pero en realidad, el resto del deleznable grupito poco tenía que envidiar a la familia de La Matanza de Texas de Tobe Hooper.
Para resumir, los muy hijos de la grandísima puta se pasaron toda la santa película (160 mins.) dando por el culo de todas las formas que se contemplan en la enciclopedia Larousse y algún que otro diccionario de términos náuticos. Fruto de su (ausencia de) ingenio pudimos oír comentarios del director a voz en grito, experimentar el relajante placer que suponen las patadas a la butaca, escuchar descojones en escenas míticas, amén de ronquidos en reiteradas ocasiones en que el cerebro de la morsa mayor desconectaba por completo... Pero la guinda se la llevo el único niño del grupo, una foca también, por cierto.
*En este punto aclaro que no tengo nada contra focas, dugongos y/o manatíes y pido disculpas al colectivo de Leones Marinos, Focas Monje, Focas Leopardo, Ballenas Blancas, Narvales y Marsopas por cualquier tipo de molestia que les haya podido ocasionar al ser comparados con semejantes pedazos de mierda.*
El caso es que el jodido niñato dio por el culo más allá de los límites de todo lo que es razonable: no se calló, hizo ruiditos con la boca solo porque se aburría, río a carcajadas como un retrasado de baba...
Entre las más destacables de todas las lindezas con las que tuvieron a bien amenizarnos la velada, está tirarse tres cuartos de hora para pelar un caramelo, atragantarse escandalosamente como la cosa más subnormal que se haya visto y salirse en el intermedio de la peli -creyendo que era cosa del cine- ante la total ignorancia de la obra de Kubrick para volver un cuarto de hora más tarde habiéndose perdido un buen cacho del film...
Y para coronar, el sujeto que oprimió con su desproporcionado culo el indefenso asiento que estaba justo a mis espaldas durante 160 minutos comentó "¡28 años hacía que no la veía!"
¡¿Y no podías haber esperado un día más, cabrón?!