"Esta noche tomaremos una copiosa cena, beberemos los más caros brebajes y gastaremos todo el dinero que tenemos para así procurarnos todo el lujo y divertimento que merecemos. Total, mañana seremos pobres..."

miércoles, 18 de mayo de 2016

The Teacher's Teacher

The Teacher's Teacher

The widest smile peeked my face, turning even more pronounced every time I thought about the adventure that awaited me: all space and time to roam, a thousand worlds to discover.

And in all my wanderings, always a common element, the main attraction: the Doctor. For one does not venture into an unfamiliar museum without a guide, the experience is always better with a "Cicerone" to shed light where the untrained eye finds only darkness.

-Clara, Clara ... -He said with a naughty smile as I entered the Tardis. He extended the pause to enjoy the anticipation. The anticipation to the rest of what, we both knew, he was going to say. What he always says and I like so much to hear. -Where are we going?

My smile could not be bigger. The Doctor took the Tardis' controls and touched, and pushed dozens of many-colored gadgets -I have always suspected that even he ignores what they do- and in an instant it was today and the next it was the unknown and remote tomorrow. We were years in the future in a strange destination.

-I think you'll like what you gonna see, Clara. You know...? I have brought you to space, we have been in a submarine of the Soviet Union, we saw the Rings Akhaten ... And yet I have never showed you how will your job be in the future.

The Doctor opened the door and a white and impressive light filled the room of the Tardis' main console.

-¡Welcome to Coal Hill, year 2063!

I was completely shocked when I saw my usual place of work a few decades in the future: it was the same building but different. I found it amazing how in so few years everything could progress so much: everything had changed but everything was the same. And among all the changes, I found something that had always been there: the main entrance with the same placard that had been there all of these years. When seeing that detail I felt at home despite being many years in the future: despite many changes occur, there must always be a respect for the essence so that the original value is not lost.

By accessing the interior we witnessed the most diverse wonders: in a class, students wore helmets, like virtual reality glasses. And they learned history as witnesses of the historic event. In another, the guys designed high-tech gadgets using a projection system showing the prototype in 3D and in real time, suspended in the air in front of its designers. We even saw how students of all ages had a kind of electronic folder with access to a global knowledge network. Through it, they could download packages of knowledge directly to a device worn around their heads. But above all, we always find in each class, whatever the subject was, leaving aside the amazing technological advantages, a recurring and very familiar element: a teacher.

-Thank you for bringing me here, Doctor. It has helped me to confirm something I've always suspected. -I said to the Doctor.- No matter how much time could pass, how many aeons elapsed and how much the technology improves: we will always need teachers to guide us through the unknown paths.

My eyes drowned with tears as the Doctor understood what I had you just said. He held the emotion and our eyes met, recognizing, each one in the other, his teacher of life. No need to say anything, we walked back to the Tardis, while our smiles widened to infinity.





The Teacher's Teacher (Español)


Una amplia sonrisa asomaba a mi semblante y se pronunciaba todavía más cada vez que recordaba la aventura que me esperaba: todo el espacio y el tiempo por recorrer, mil universos por descubrir.

Y en todas las andaduras siempre un elemento común, el aliciente principal: el Doctor. Y es que uno no se adentra en un museo que desconoce sin un guía, la experiencia es siempre mejor con un "Cicerone" que aporte luz donde la mirada inexperta solo halla oscuridad.

-Clara, Clara... -Dijo con una traviesa sonrisa mientras yo entraba a la Tardis. Alargó la pausa para disfrutar la anticipación al resto de lo que ambos sabíamos que iba a decir, lo que siempre dice y a mí me gusta tanto oír. 
-¿Dónde vamos?

Mi sonrisa ya no podía ser más grande. El Doctor tomó los mandos de la Tardis y tocó decenas de variopintos artilugios -siempre he sospechado que hasta él ignora qué es lo que hacen- y en un instante estábamos en la actualidad y al siguiente en un destino incógnito y remoto.

-Creo que te gustará lo que vas a ver, Clara. ¿Sabes...? Te he llevado al espacio, hemos estado en un submarino de la Unión Soviética, vimos los Anillos de Akhaten... Y sin embargo nunca te he enseñado cómo será tu oficio en el futuro.

El Doctor abrió la puerta y una blanca e imponente luz inundó la estancia de la consola principal de la Tardis.

-¡Bienvenida a Coal Hill, año 2063!

Quedé completamente pasmada al ver mi lugar habitual de trabajo unas décadas en el futuro: era el mismo edificio pero distinto. Me resultaba asombroso como en tan pocos años podía avanzar todo tanto: todo había cambiado pero todo estaba igual. Y entre todos los cambios encontré algo que siempre había estado allí: la entrada principal con el mismo cartel de siempre. Al ver ese detalle me sentí como en casa a pesar de estar muchos años en el futuro: por muchos cambios que se produzcan siempre debe haber un respeto por la esencia para que no se pierda el valor original.

Al acceder al interior fuimos testigos de las más diversas maravillas: en una clase, los alumnos llevaban cascos, parecidos a las gafas de realidad virtual. Y aprendían Historia como testigos presenciales del acontecimiento histórico. En otra, los chicos diseñaban artilugios de alta tecnología mediante un sistema de proyección que mostraba el prototipo en 3D y en tiempo real, suspendido en el aire frente a sus diseñadores. Incluso vimos cómo todos los estudiantes de todas las edades contaban con una especie de carpeta electrónica con acceso a una red de conocimiento global a través de la cual podían descargar paquetes de conocimiento directamente a un dispositivo que llevaban alrededor de su cabeza. Pero, ante todo, siempre encontramos en cada clase, fuera cual fuese la materia, dejando al margen los sorprendentes avances tecnológicos, un elemento recurrente y muy familiar: un profesor.

-Gracias por haberme traído aquí, Doctor. Me ha servido para confirmar algo que siempre he sospechado, -Dije al Doctor.- y es que pase el tiempo que pase, por mucho que transcurran los eones y mejore la tecnología, siempre necesitaremos maestros que nos guíen por los senderos desconocidos.

Mis ojos se anegaron de lágrimas mientras el Doctor comprendía lo que le acababa de decir. Contuvo la emoción y nuestras miradas se cruzaron reconociendo, cada uno en el otro, a su maestro de la vida. Sin necesidad de decir nada, caminamos de vuelta a la Tardis, mientras nuestras sonrisas se ampliaron hasta el infinito. 

viernes, 24 de abril de 2015

BARBAS

Hace un momento una persona que se encontraba detrás de mí en la cola de un restaurante de comida rápida ha comenzado a despotricar hacia los que llevamos barba. Alegaba que era antihigiénico, y que éramos unos cerdos con la barba "llena de bichos que saltan". Para reforzar su argumento ha recalcado que "Mi libertad empieza donde acaba o... Acaba donde...bueno... Tú ya me entiendes." Yo no la he entendido, por cierto. Luego he visto que era lo que en mi pueblo gustan de llamar un "estrafermo" o "astrafermo" según a la abuela que se lo escuches. Esto, en principio, no me supone ningún problema ya que yo mismo me encuentro más cercano a Alfredo Landa que a Leonardo DiCaprio. Pero que una persona que es en sí desagradable a la vista -luego he corroborado que también al oído- se permita el lujo de poner a parir a voz en grito a todos los "barbudos" que allí habíamos solo porque no le gustan las barbas, me parece, cuanto menos, digno de estudio. Y más cuando quizás el resto somos los que tendríamos algo que decir de abortos de mono como ella (y ya no por el aspecto, eso es lo de menos, sino por la (a)personalidad y los valores de mierda que tiene) y callamos con tal de tener la fiesta en paz.



BORREGOS EN LA SALA

Bueno y ahora, en honor a mis compañeros de suplicio, narraré lo que nos aconteció el otro día entre las 19:15 y las 22:00 hs.
Sucede que decidimos ir a ver en pantalla grande esa inmensa maravilla que Kubrick tuvo a bien titular 2001: A Space Odissey. Tras la anterior experiencia con Blade Runner, el buen sabor de boca que nos dejó -debido a que, pese a estar la sala atestada, no hubo ni la más mínima molestia ni se oyó una mosca, por lo cual pudimos disfrutar como tontos de la peli (y eso que me entraron ganas de cagar a mitad)- nos llenó de ganas de repetir.
La cosa marchaba bien: esta vez la asistencia era bastante más discreta, lo cual suele ser de agradecer, y parecían todos gente respetable. Pero, cuando apagaron las luces, una horda de manatíes con dengue entró aullando por la puerta como cerdos mal matados. Quise pensar que, cuando empezase la peli, se callarían, pero no fue así. Los colegas entraban hablando por teléfono a voz en grito, tratando de hacerle un mapa al más retrasado de todos ellos para que pudiera despasar el pestillo del wc, salir de la taza, subirse los pantalones, y llegar a la sala. Este asunto se prolongó durante los primeros minutos de pantalla en negro con el sonido ambiente de la peli (lo cual, aclaro para los ignorantes a este respecto, es parte de la misma). El eminente idiota llegó al fin portando una cara entre Macario mal afeitao' y el Povedilla de Los hombres de Paco, tropezó con un escalón y, no sé si al ver esto o simplemente porque le picaba el culo, una de las morsas decidió bajar graznando para sentarse con Macario en las primeras filas. Todos respiramos aliviados al irse el que creíamos el promotor de todo el alboroto; pero en realidad, el resto del deleznable grupito poco tenía que envidiar a la familia de La Matanza de Texas de Tobe Hooper.
Para resumir, los muy hijos de la grandísima puta se pasaron toda la santa película (160 mins.) dando por el culo de todas las formas que se contemplan en la enciclopedia Larousse y algún que otro diccionario de términos náuticos. Fruto de su (ausencia de) ingenio pudimos oír comentarios del director a voz en grito, experimentar el relajante placer que suponen las patadas a la butaca, escuchar descojones en escenas míticas, amén de ronquidos en reiteradas ocasiones en que el cerebro de la morsa mayor desconectaba por completo... Pero la guinda se la llevo el único niño del grupo, una foca también, por cierto.
*En este punto aclaro que no tengo nada contra focas, dugongos y/o manatíes y pido disculpas al colectivo de Leones Marinos, Focas Monje, Focas Leopardo, Ballenas Blancas, Narvales y Marsopas por cualquier tipo de molestia que les haya podido ocasionar al ser comparados con semejantes pedazos de mierda.*
El caso es que el jodido niñato dio por el culo más allá de los límites de todo lo que es razonable: no se calló, hizo ruiditos con la boca solo porque se aburría, río a carcajadas como un retrasado de baba...
Entre las más destacables de todas las lindezas con las que tuvieron a bien amenizarnos la velada, está tirarse tres cuartos de hora para pelar un caramelo, atragantarse escandalosamente como la cosa más subnormal que se haya visto y salirse en el intermedio de la peli -creyendo que era cosa del cine- ante la total ignorancia de la obra de Kubrick para volver un cuarto de hora más tarde habiéndose perdido un buen cacho del film...
Y para coronar, el sujeto que oprimió con su desproporcionado culo el indefenso asiento que estaba justo a mis espaldas durante 160 minutos comentó "¡28 años hacía que no la veía!"
¡¿Y no podías haber esperado un día más, cabrón?!


lunes, 23 de marzo de 2015

UN ENTRAÑABLE EMPLEADO

Esta tarde hemos ido al reformado y prácticamente recién estrenado Club Social de al lado de la Biblioteca General de la UA -no me preguntéis el número porque, sinceramente, ni sé cuál es, ni me quita el sueño no saberlo...- con la finalidad de pasar unas cuantas horas estudiando y trabajando para preparar el examen de Literatura Inglesa Medieval que tenemos el próximo miércoles. Al ir a sentarnos hemos observado que absolutamente todas las mesas del espléndido, nuevo y majestuoso Club Social estaban cubiertas de una suerte de material al que, para no herir sensibilidades y conservar el tono PG13 de este post me referiré como asquerosa putísima mierda que llevaba ahí un buen número de no menos putas horas. 

La elección del sitio donde llevar a cabo las antes referidas horas de estudio se veía, pues, comprometida por tan desagradable espectáculo. Así que hemos interceptado la mesa que menos cantidad de mierda tenía y, justo cuando me disponía a tratar de obliterar una buena parte de la abundante materia fecal que se encontraba sobre la mesa con un kleenex que reservaba para albergar futuras consecuencias de estornudo, uno de mis compañeros ha apuntado que era tarea de los empleados del local mantener las mesas limpias, lo cual no me ha parecido ningún disparate. Así que he esperado mientras mi otro compañero llamaba, con su mano, muy educadamente, la atención de uno de los empleados. 

Pero ha querido el destino que justo en ese momento apareciese en el horizonte un manatí a dos patas empujando un carrito, un orondo pedazo de carne con bigote mal repartido y semblante trístemente avenido, un dugongo -con perdón de los manatíes y los dugongos que puedan, con más juicio que lo haría el referido batracio (con perdón de los batracios), leer esto- que apenas sí podía sostener su catastrófica figura sobre su tronchada espina dorsal. El estrafermo en cuestión, con una chulería no vista desde las películas de Terence HiIl y Bud Spencer, ha levantado su grotesco dedo índice, como hiciera el entrañable T-1000 a Sarah Connor en la no menos tierna Terminator 2: El día del Juicio Final, y ha negado el servicio por el que le pagan un sueldo -ya que por sus buenos modales creo que no le corresponde percibir ganancia- pasando a nuestra altura con aires de superioridad y mirándonos con desprecio, como aquel que aguanta la respiración al pasar a la altura de un montón de estiércol. 

Dadas las circunstancias he hecho lo que tenía previsto en un principio y he limpiado yo la mesa con mi kleenex, dejando desamparados y sin consuelo a la famila de mocos que tenía previsto mudarse allí en breve, y que tendrán que conformarse con acabar en un trozo de papel higiénico, eso sí, con dibujitos. A pesar de mis esfuerzos, allí han quedado todavía restos de un velociraptor y dos trilobites que estuvieron esperando a que les limpiaran la mesa hace un tiempecillo. Así que, con la mierda a medio limpiar, hemos tenido que pasar nuestra tarde de estudio en el Cul Sucial...perdón, Club Social anteriormente citado, el cual, a pesar de su apabullante remodelación, sigue albergando los mismos gilipollas maleducados de siempre. 

Quiero pensar que no todos sus empleados son así, de hecho había alguno que parecía estar trabajando, pero el referido aborto de morsa que tan amablemente nos ha [des]atendido, no es precisamente un gran referente para hacer deducciones acerca de lo competente del personal del lugar. Supongo que para comportarse de tal manera debe excusarse en que su vida es una mierda, y él medio idiota, pero, sinceramente, con su comportamiento lo único que fomenta es que su vida siga siendo el estercolero que él se labra día a día.



miércoles, 30 de julio de 2014

ESCAMAS Y PIEDRA (Parte 3)

DOCTOR WHO
ESCAMAS Y PIEDRA (Parte 3)
Por Jose M. Payá
-Creo que está todo. –Dijo el Doctor a Martha. –Hemos grabado los videos para los huevos de pascua del dvd, hemos escrito en la pared de la mansión… No deberíamos tardar mucho en poder volver… 
-“Agáchate, Sally Sparrow”, podrías haberlo adornado un poco, cualquiera diría que conoces a Shakespeare en persona…

-Tengo que ceñirme al “guión” que Sally me dio, debo seguir sus instrucciones lo más exactamente que pueda. Nuestras vidas dependen de ello.

-Doctor, no hemos comprobado el resto de la casa.

-Ya, ¿y?

-Que esta es la casa de los ángeles, donde nos cogieron…

-Sí, ¿y?

-Corre, Doctor. –El Doctor miró a Martha, quien estaba completamente girada y mirando fijamente a un punto en la distancia. –Están aquí.

El Doctor cogió a Martha por la muñeca y ambos corrieron escaleras abajo hasta llegar al sótano.

-¡Es aquí, aquí aparecerá la Tardis! –Dijo el Doctor con júbilo.

Cuando los ángeles rodeaban a Martha y al Doctor, un conocido sonido comenzó a resonar en el ambiente: la Tardis se materializó justo en el centro de las estatuas, guareciendo al Señor del Tiempo y su acompañante en su interior. Por un momento ambos vislumbraron a dos pasajeros cuyos rasgos les eran familiares, ella era rubia y él tenía un aspecto desaliñado y descuidado cabello largo. Ambos parecían desesperados. Sally Sparrow y Larry Nightingale se desvanecieron en el aire sin advertir la presencia del Doctor y Martha.

-¿Y eso? –Preguntó Martha sorprendida.

-Hemos coincidido por un breve instante, ellos han quedado atrás.- El Doctor esbozó media sonrisa.- Cosas del tiempo, se bambolea, trastabillea…

Sin mediar más palabra y, mientras dirigía a Martha una mirada de complicidad, el Doctor se puso a los mandos de la Tardis. Apretó varios botones de la consola y su semblante cambió.

-Vaya, creo que vamos a tener que parar a repostar.

-¿Repostar?-No me lo digas, vamos a ponerle gasolina temporal a la Tardis. –Dijo Martha socarronamente. -Y ¿dónde exactamente va a repostar una máquina del tiempo?

-Adivina.

-¿La luna, quizás? ¿Hay una gasolinera espacio-temporal en la luna? –Dijo burlándose.

-¡Oh, vamos Martha, no digas tonterías! ¡Estuviste allí! Solo había rinocerontes espaciales…y un vampiro…y un hospital…

-Claro, mucho más normal…entonces ¿dónde?

-Pronto lo sabrás. –Dijo el Doctor con una amplia sonrisa y accionó la palanca de la Tardis. Mientras ambos pasajeros bromeaban, unas siglas aparecieron en un monitor secundario del panel de mando de la nave, rezaban: Y.A.N.A.
-FIN-


El presente relato breve se adscribe entre los capítulos “Parpadeo” y “Utopía” de la tercera temporada de la serie moderna de Doctor Who. No obstante, también hay alusiones a otros capítulos como “El tiempo de los ángeles”, “Carne y piedra”, “Los hombres de nieve” y “Un hombre bueno va a la guerra” entre otros.





DOCTOR WHO
SCALES AND STONE (Part 3)
By Jose M. Paya

‘I think that’s all. -Said the Doctor to Martha.’ We have recorded the videos to dvd easter eggs, we have written on the wall of the mansion ... should not take long to get back...

‘"Duck, Sally Sparrow", you could have ornamented it a little, it is difficult to believe that you met Shakespeare in person…’

‘I have to stick to the "script" that Sally gave me, I follow her instructions as closely as possible. Our lives depend on it.’

‘Doctor, we have not checked the rest of the house.’
‘Yeah, so?’

‘That… this is the home of the Angels, where we got caught...’
‘Yeah, so?’

‘Run, Doctor. -The Doctor looked at Martha, who was completely turned and staring at a point in the distance.’ They're here.

The Doctor grabbed Martha by her wrist and both ran down the stairs until they reached the basement.

‘It's here, the Tardis will appear here!’ Said the Doctor with joy.
When the angels were surrounding Martha and the Doctor, a familiar sound began to resonate in the environment: the Tardis materialized right in the center of the statues, giving shelter to the Time Lord and his companion inside of the police box. For a moment both envisioned two passengers whose features were familiar, she was blond and he had a disheveled and unkempt long hair. Both seemed desperate. Sally Sparrow and Larry Nightingale vanished into thin air without noticing the presence of the Doctor and Martha.

‘How so?’ He asked Martha surprised.

‘We have coincided for a brief moment, the Tardis have left them behind. - The Doctor smiled half a smile.’ Wibbly wobbly timey wimey…stuff…

Without another word, and while he looked at Martha with complicity, the Doctor stood at the controls of the Tardis. Pressed several buttons on the console and his countenance changed.

‘Well, I think we're gonna have to stop to refuel.’

‘Refuel? Don’t tell me, we are going to fill the Tardis with temporary gasoline, aren’t we?’ Martha said slyly. And where exactly will refuel a time machine?

‘Guess where.’

‘The moon, perhaps? Is there a time-space station on the moon?’ Said Martha mocking.  

‘Oh, come on Martha, do not talk nonsense! You’ve been there! There was only space rhinos ... and a vampire ... and a hospital...’

‘Sure, much more normal ... then where?’

‘Soon you'll know.’ Said the Doctor with a big smile and toggled the Tardis. While both passengers joked, an acronym appeared on a secondary monitor in the  control panel of the ship, read: YANA

-The End-


This short story is attached between the chapters "Blink" and "Utopia" from the third season of the modern series of Doctor Who. However, there are also references to other chapters as “Time of the Angels", "Flesh and Stone", "The Snowmen " and "A Good Man Goes to War" among others.

jueves, 17 de julio de 2014

ESCAMAS Y PIEDRA (Parte 2)

-DOCTOR WHO-
ESCAMAS Y PIEDRA (Parte 2)
Por Jose Manuel Payá

-¡Martha, corre!- Gritó el Doctor. La llave de la Tardis cayó de su bolsillo debido a la carrera y quedó oculta entre muebles viejos en uno de los pasillos principales. Tres figuras corrían agónicamente por las sinuosas estancias y pasillos de aquella vieja mansión mientras eran acechadas por infalibles adversarios. Al volver la vista atrás, solamente unas estatuas se presentaban como improbables persecutores pero, tan pronto como se cortaba el contacto visual, aquellos seres abandonaban su hierática condición para dar paso a una voraz carrera en pos de las tres ansiadas víctimas.

            -¡Doctor ¿Cómo pueden hacer eso?! –Preguntó Martha mientras corrían escaleras abajo.

            -¡Cuando las miramos sufren un cierre cuántico, es como si se volviesen de piedra, pero si dejamos de mirarlas se moverán para cazarnos!

            -¡Pero, ahora no las estamos mirando!

            -¡Un parpadeo, Martha, un solo parpadeo y estamos perdidos! ¡Me he enfrentado a muchos enemigos y, fuera cual fuese su habilidad, o su punto fuerte, o su truco, siempre ha habido una estrategia que nunca me ha fallado: correr!

            El Doctor había ido junto con Vastra y Martha a la mansión de Wester Drumlins siguiendo las pistas de la carpeta de Sally Sparrow y ahora un enjambre de ángeles les perseguía, tratando de darles caza.

            -¡No podemos seguir así siempre! –Dijo Vastra y, acto seguido paró de correr al tiempo que se daba la vuelta y desenfundaba su sable. Enfrentó a los ángeles y estos volvieron a su estado estático. –¡Corred, Doctor!

            -¡Vastra, no! –Gritó el Doctor.

        -Me encontraste llena de ira y ansias de venganza, pero me hiciste cambiar de parecer solo con palabras, te debo esto, Doctor.

            -¡No me debes nada! –Profirió desesperadamente el Doctor. -¿No hagas tonterías, ven aquí!

            -Marchaos… mi sitio no está aquí. Con suerte me enviarán a una época interesante del pasado…siempre me ha fascinado la era Victoriana…-Dijo Vastra girándose hacia el Doctor y Martha. En ese momento, un ángel, cuyo brazo quedaba oculto por la figura de la guerrera verde, extendió su dedo índice y tocó a la dama Silurian en el cuello. La mujer lagarto se evaporó instantáneamente dejando como última imagen una triste sonrisa que se perdió en el aire.

            El Doctor y Martha comenzaron a correr sin mirar atrás pero cuando llegaron a la Tardis, la cual habían dejado aparcada delante de la mansión, los ángeles los acorralaron.


            -“Los ángeles tienen la cabina telefónica…” ¡Ahora todo tiene sentido… Tenemos que encontrar a Billy Shipton! ¿Has visto alguna vez el aterrizaje del hombre en la luna, Martha? –La chica miró al Doctor desconcertada al tiempo que éste les sonreía ampliamente a los ángeles y cerraba los ojos. Nadie los miraba ahora. Ambos desaparecieron tras el toque de las estatuas.





-DOCTOR WHO-
SCALES AND STONE (Part 2)
By Jose Manuel Paya

‘Martha, run!’ Shouted the Doctor. The key to the Tardis fell from his pocket due to the race and was hidden among old furniture in one of the main corridors. Three figures ran desperately through the sinouous rooms and corridors of this old mansion while being stalked by infallible adversaries. When you look back, only statues were presented as improbable persecutors but as soon as eye contact is cut, those beings abandon their hieratic condition to make way for an avid race to chase the three coveted victims.

‘Doctor, how can they do that!’ Asked Martha as they ran down the stairs.

‘When we look at them, they are quantum-locked, it is like if they were made up of stone, but if we stop looking at them, they start moving to hunt us!’

‘But now we are not looking at them!’

‘One blink, Martha, one blink and we are lost! I have faced many enemies and, whatever their ability, or strength, or trick, there has always been a strategy that has never failed me: run!’

The Doctor had gone with Vastra and Martha to Wester Drumlins mansion following the clues from Sally Sparrow’s folder and now a swarm of angels were chasing them, trying to hunt them down.

‘We can’t go on forever!’ Said Vastra, and thereafter stopped running while she turned and drew her saber. She faced the angels and they returned again to their static state. ‘Run, Doctor!’

‘Vastra, no!’ Shouted the Doctor.

‘You found me full of anger and seeking for revenge, but you did change my mind just with words, I owe you this, Doctor.’

‘You owe me nothing!’ Uttered the Doctor desperately. ‘Do not do anything stupid, come here!’

‘Go away ... my place is not here. Hopefully they will send me to an interesting time in the past ... I have always had fascination for the Victorian era.’ Vastra said turning to the Doctor and Martha. At that time, an angel, whose arm was hidden by the body of the green warrior, extended his index finger and touched the Silurian lady neck. The lizard woman instantly evaporated leaving as a last image a sad smile that got lost in the air.

The Doctor and Martha started running without looking back but when they reached the Tardis, which it had been left parked in front of the mansion, angels cornered them.

The angels have the phone box ... Now it all makes sense ... We have to find Billy Shipton! Have you ever seen the man landing on the moon, Martha?’ The girl looked puzzled at the Doctor while he smiled widely to the angels and closed his eyes. Nobody looked now. Both disappeared after the touch of the statues.