-DOCTOR
WHO-
ESCAMAS
Y PIEDRA (Parte 2)
Por
Jose Manuel Payá
-¡Martha,
corre!- Gritó el Doctor. La llave de la Tardis cayó de su bolsillo debido a la
carrera y quedó oculta entre muebles viejos en uno de los pasillos principales.
Tres figuras corrían agónicamente por las sinuosas estancias y pasillos de
aquella vieja mansión mientras eran acechadas por infalibles adversarios. Al
volver la vista atrás, solamente unas estatuas se presentaban como improbables
persecutores pero, tan pronto como se cortaba el contacto visual, aquellos
seres abandonaban su hierática condición para dar paso a una voraz carrera en
pos de las tres ansiadas víctimas.
-¡Doctor ¿Cómo pueden hacer eso?! –Preguntó Martha
mientras corrían escaleras abajo.
-¡Cuando las miramos sufren un cierre cuántico, es como
si se volviesen de piedra, pero si dejamos de mirarlas se moverán para
cazarnos!
-¡Pero, ahora no las estamos mirando!
-¡Un parpadeo, Martha, un solo parpadeo y estamos
perdidos! ¡Me he enfrentado a muchos enemigos y, fuera cual fuese su habilidad,
o su punto fuerte, o su truco, siempre ha habido una estrategia que nunca me ha
fallado: correr!
El Doctor había ido junto con Vastra y Martha a la
mansión de Wester Drumlins siguiendo
las pistas de la carpeta de Sally Sparrow y ahora un enjambre de ángeles les
perseguía, tratando de darles caza.
-¡No podemos seguir así siempre! –Dijo Vastra y, acto
seguido paró de correr al tiempo que se daba la vuelta y desenfundaba su sable.
Enfrentó a los ángeles y estos volvieron a su estado estático. –¡Corred,
Doctor!
-¡Vastra,
no! –Gritó el Doctor.
-Me encontraste llena de ira y ansias de venganza, pero
me hiciste cambiar de parecer solo con palabras, te debo esto, Doctor.
-¡No me debes nada! –Profirió desesperadamente el Doctor.
-¿No hagas tonterías, ven aquí!
-Marchaos… mi sitio no está aquí. Con suerte me enviarán
a una época interesante del pasado…siempre me ha fascinado la era
Victoriana…-Dijo Vastra girándose hacia el Doctor y Martha. En ese momento, un
ángel, cuyo brazo quedaba oculto por la figura de la guerrera verde, extendió
su dedo índice y tocó a la dama Silurian en el cuello. La mujer lagarto se
evaporó instantáneamente dejando como última imagen una triste sonrisa que se
perdió en el aire.
El Doctor y Martha comenzaron a correr sin mirar atrás
pero cuando llegaron a la Tardis, la cual habían dejado aparcada delante de la
mansión, los ángeles los acorralaron.
-“Los ángeles tienen la cabina telefónica…” ¡Ahora todo
tiene sentido… Tenemos que encontrar a Billy Shipton! ¿Has visto alguna vez el aterrizaje del hombre en la luna, Martha?
–La chica miró al Doctor desconcertada al tiempo que éste les sonreía
ampliamente a los ángeles y cerraba los ojos. Nadie los miraba ahora. Ambos
desaparecieron tras el toque de las estatuas.
-DOCTOR WHO-
SCALES AND STONE (Part 2)
By Jose Manuel Paya
‘Martha, run!’ Shouted the Doctor. The key to the
Tardis fell from his pocket due to the race and was hidden among old furniture
in one of the main corridors. Three figures ran desperately through the
sinouous rooms and corridors of this old mansion while being stalked by
infallible adversaries. When you look back, only statues were presented as
improbable persecutors but as soon as eye contact is cut, those beings abandon
their hieratic condition to make way for an avid race to chase the three
coveted victims.
‘Doctor, how can they do that!’ Asked Martha as they
ran down the stairs.
‘When we look at them, they are quantum-locked, it is
like if they were made up of stone, but if we stop looking at them, they start
moving to hunt us!’
‘But now we are not looking at them!’
‘One blink, Martha, one blink and we are lost! I have
faced many enemies and, whatever their ability, or strength, or trick, there
has always been a strategy that has never failed me: run!’
The Doctor had gone with Vastra and Martha to Wester
Drumlins mansion following the clues from Sally Sparrow’s folder and now a
swarm of angels were chasing them, trying to hunt them down.
‘We can’t go on forever!’ Said Vastra, and thereafter
stopped running while she turned and drew her saber. She faced the angels and
they returned again to their static state. ‘Run, Doctor!’
‘Vastra, no!’ Shouted the Doctor.
‘You found me full of anger and seeking for revenge,
but you did change my mind just with words, I owe you this, Doctor.’
‘You owe me nothing!’ Uttered the Doctor desperately.
‘Do not do anything stupid, come here!’
‘Go away ... my place is not here. Hopefully they will
send me to an interesting time in the past ... I have always had fascination
for the Victorian era.’ Vastra said turning to the Doctor and Martha. At that
time, an angel, whose arm was hidden by the body of the green warrior, extended
his index finger and touched the Silurian lady neck. The lizard woman instantly
evaporated leaving as a last image a sad smile that got lost in the air.
The Doctor and Martha started running without looking
back but when they reached the Tardis, which it had been left parked in front
of the mansion, angels cornered them.
‘The angels have
the phone box ... Now it all makes sense ... We have to find Billy Shipton!
Have you ever seen the man landing on the moon, Martha?’ The girl looked
puzzled at the Doctor while he smiled widely to the angels and closed his eyes.
Nobody looked now. Both disappeared after the touch of the statues.